Descansa en paz
.::Sin palabras... es así como me siento hoy, luego de regresar de un velorio. He visto cómo se desvanece una vida, joven y quizás con algún futuro prometedor por delante. O tal vez con alguna meta que quedó inconclusa...y ya no importa, ni jamás importó qué logró ser, qué méritos obtuvo, qué escaleras subió...porque su esencia ha muerto hoy y ya no me acompaña en medio de este voraz mundo.
A través del cristal, mis labios no pudieron tocarla. Sólo una leve expresión de tranquilidad ha permanecido perenne en esa piel muerta, golpeada y casi sin color lozano. Hoy, cuando no tenía más que hacer, cuando no pensaba en más que ir de paseo o tan sólo pulular entre la muchedumbre, como un ser desapercibido. Y mientras, ella yacía sobre el asfalto, cubierta de recuerdos y penas lejanas, que se acercaban a medida que las horas avanzaban. Es hoy, cuando por fin puedo reaccionar y ver que he perdido un amigo, mi compañera de adolescencia, la primera persona que me dio su amistad al mudarme a un nuevo vecindario. Es hoy cuando noto que ya no la veré de reojo, tomando el micro en la esquina, casi sin saludarnos, casi sin hablar. Hoy, que han pasado años desde que jugábamos con las bicicletas, los slams y tonterías de la edad, en clases de aeróbicos y los primeros amigos del club...Hoy que ya no te veo, amiga, hoy que me he despedido de ti con un beso que quizás no recuerdes, es hoy cuando tengo una pena inmensa que trato de ocultar y sólo defogo a solas. Hoy, que quiero gritar que te extrañaré sin sonar falsa ni presa del momento, hoy que creo que la vida es una mierda porque te mata de un sólo tirón despiadada y porque se supone que nos toca dar el precio justo por los actos. Sí, es hoy, cuando lloro por esta partida absurda, como la de muchos otros jóvenes que como nosotros, ven en las playas del Sur un oasis infame, que sólo se alimenta de la propia sangre de cada visitante.
Y es hoy, cuando me cambiaba para ir a tu velorio, que tuve entre mis manos nuevamente, el globo que me regalaste en mi primer cumpleaños en este vecindario. Ya gastadas y sin color, aún pude descrifrar tus palabras. Y sí, aún hoy, varios años después, te respondo que sí, yo también te consideré una amiga muy especial. Descansa en paz, E. y renace pronto de ese oasis que dibujaste para mí en aquel regalo, como la fortaleza metálica y soleada, que defendía tu nombre.
A través del cristal, mis labios no pudieron tocarla. Sólo una leve expresión de tranquilidad ha permanecido perenne en esa piel muerta, golpeada y casi sin color lozano. Hoy, cuando no tenía más que hacer, cuando no pensaba en más que ir de paseo o tan sólo pulular entre la muchedumbre, como un ser desapercibido. Y mientras, ella yacía sobre el asfalto, cubierta de recuerdos y penas lejanas, que se acercaban a medida que las horas avanzaban. Es hoy, cuando por fin puedo reaccionar y ver que he perdido un amigo, mi compañera de adolescencia, la primera persona que me dio su amistad al mudarme a un nuevo vecindario. Es hoy cuando noto que ya no la veré de reojo, tomando el micro en la esquina, casi sin saludarnos, casi sin hablar. Hoy, que han pasado años desde que jugábamos con las bicicletas, los slams y tonterías de la edad, en clases de aeróbicos y los primeros amigos del club...Hoy que ya no te veo, amiga, hoy que me he despedido de ti con un beso que quizás no recuerdes, es hoy cuando tengo una pena inmensa que trato de ocultar y sólo defogo a solas. Hoy, que quiero gritar que te extrañaré sin sonar falsa ni presa del momento, hoy que creo que la vida es una mierda porque te mata de un sólo tirón despiadada y porque se supone que nos toca dar el precio justo por los actos. Sí, es hoy, cuando lloro por esta partida absurda, como la de muchos otros jóvenes que como nosotros, ven en las playas del Sur un oasis infame, que sólo se alimenta de la propia sangre de cada visitante.
Y es hoy, cuando me cambiaba para ir a tu velorio, que tuve entre mis manos nuevamente, el globo que me regalaste en mi primer cumpleaños en este vecindario. Ya gastadas y sin color, aún pude descrifrar tus palabras. Y sí, aún hoy, varios años después, te respondo que sí, yo también te consideré una amiga muy especial. Descansa en paz, E. y renace pronto de ese oasis que dibujaste para mí en aquel regalo, como la fortaleza metálica y soleada, que defendía tu nombre.