Monday, August 15, 2005

La dulzura del espejismo

.::Cómo son los cambios y las posibilidades de poder observar atentamente ambos lados de la moneda como si uno fuera un dios. Eso hace pensar que la dualidad continúa respirando en nuestro aire, alrededor de los sueños que jamás logramos despertar del mundo astral en donde podemos sentirnos seguros o quizás, un poco libres de nosotros mismos.
Este fin de semana que se va, ha sido un digno escenario de la catarsis que he necesitado protagonizar. Atado a un sufrimiento que no he buscado, pero que asumo como propio, sentí el amargo sabor de aquella pérdida que recién palpo con mis manos. Ha sido un choque muy duro, que trato aún de sobrellevar...si él pudiera escucharme y saber que no lo abandono, que me obligan a hacerlo...He tenido que someterme a los caprichos de Gabo, quien no soporta que lo descuide. Desde ahora es mi guardián, entre las sombras me observa y dicta cuidadosamente mis andares.
No me atrevo a mencionar a mi eterno anhelo, el mito que perdura en la memoria y a la vez, despedaza mis cenizas, con la fuerza de un vendaval. Porque sigo siendo un muerto en vida, hasta que la paz se apiade de mí y permita conciliar el amor que le tengo a él y los temibles acechos de quienes me persiguen.
Pude encontrar consuelo en el extraño mundo de Gravity, rodeado de etéreas nínfulas y escarchas de rizos más ondulantes que las olas salvajes de Hawaii. Sin embargo, sabía que al cerrar los ojos, nuevamente caería de pie, sobre los escombros de mi realidad. Es el peso que me ha tocado cargar y aunque no pueda ser traducido con palabras, me consuela entender que sólo mis sentimientos son la clave para desahogar cada condena.
Y así lo hice...Cerré ambos, evadí el usual camino de pesadillas y terribles presentimientos, para alojarme en un día de campo tan sublime, como pocos que recuerde. Bajo el sol que iluminaba un verdor digno de cualquier campo mágico, me resignaba a cubrir mis envolturas. Podía presenciar el barullo y desorden de quienes sólo viven el momento, olía lo que los motivaba a continuar en ese estado tan simple y a la vez, profundo como los abismos marinos...Era la alegría de sentirse vivos, siendo ellos, sin ningún prejuicio. Fue una mirada inusual, lo admito. Sin embargo, me hizo despegar por breves horas, del mundanal apego a mis tenebrosos recuerdos y vengativas odiseas que he de cumplir como el viejo Hares.
Un abrazo del mismo fuego, risas inconclusas de quienes han observado cómo ha madurado mi infancia y ese cielo, lejano y tan mío cuando sobrevuelo en sus terrenos...Pequeños instantes que me hicieron vivir en un día, más sosiego y tranquilidad que todos los meses en los que he tenido que aprender a mirar a través de la ventana de mi habitación. Es algo raro y quisiera que se repita. Sólo hay una duda que me queda: ¿en qué momento he de abrir los ojos de nuevo?, o ¿es que jamás lo he hecho?...

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