Wednesday, March 08, 2006

Hermanos del mal

.::El tiempo es corto, siempre corto cuando uno no tiene nada que hacer o quizás, cuando ya ha hecho demasiado. Recibo los rayos solares con la misma intensidad de veranos pasados, pero con menor deseo de disfrutarlos, pues conozco el daño involuntario que registrarán en cada parcela de mi cuerpo. Y así, con cada uno de los seres que deciden tirarse al asfalto y ser víctimas de un bronceado perfecto. Ilusos que quieren morir al estilo de los pollos a la brasa...y qué me importa.

Hoy, tengo el entusiasmo entre las piernas y un deseo tan desquiciante por no levantarme de la cama durante días. Hace poco fui testigo de una gran decepción que no tuvo mayores protagonistas. Sólo personas, las tristes marionetas de siempre, que a pesar de todo, me desconciertan con sus actitudes y es más, me hacen cuestionar el porqué rayos saben las artimañas de hacer pedazos una alegría fugaz o al menos, una ténue irradiación de sosiego. Mantego firme la creencia que todos son falsos, incluso yo. Pero la diferencia radica en que los demás tratan de ser quienes jamás podrán alcanzar y mi pobre espíritu, debe castigarse, ocultándose bajo el anonimato de las emociones, sin mostrarlas o descartarlas. Como cualquiera que busque sobrevivir en medio de tanta lacra.

Las ideas no fluyen con facilidad esta vez. Presa de un cansancio extremo, aunque aún hay luz y se percibe una fotofobia innata en las pupilas, los dedos hacen gala de ser miopes, inválidos o retrasados. Demoran sus palpitaciones, sus tintineos y el andar de caballeros sin sombrero de copa, en busca del tesoro escondido que un astuto bribón ha guardado tras sus espaldas. Como ellos, siento que pierdo la energía de ir hacia adelante, de continuar con el motor que solía llevarme a cuestas, sin importar la inclinación de la pendiente que se me colocara al frente. Y sólo puedo deducir que he caído de nuevo, entre sus juegos y sus errores, en mis propios calabozos de sangre y lágrimas pausadas, sin fin ni retorno.

Hoy me condeno a seguir así, alejado de todo lo que me rodea, a pesar que pueda palparlo a mi antojo. No quiero hacerlo, lo evito y ahora, decido ahuyentarlo de mi lado. Hace tanto tiempo que no llovía en estos parajes de llanura y suaves dunas, tanto que no lo recuerdo. Y esta vez, las gotas no fueron perennes, más bien extrañas y diminutas, como pequeños remolinos de sinsabor, extraídos de la cabeza más vil e insana con la que me haya topado.

No podrán notar la diferencia del cambio. Nunca lo hacen y ya me he acostumbrado. Pero por dentro, los pedazos que unen mi piel, son los mismos que la cortan sin piedad cuando recuerdo los pasos que he dado. Confirmo por qué no me gusta sonreír, por qué detesto a las personas, por qué no quiero tener amigos, por qué quisiera compañía, pero a la vez, entiendo que nunca será posible. Ahora sigo descubriendo que la eternidad no es la cura a este dolor ni a ninguna pena, sino la condena perpetua a seguir lamentándose por las desventuras de nuestro destino. Lo aceptamos o no, qué más da, igual nos busca y nos encuentra, entre los rasguños profundos de nuestra corrida por los arbustos de los pensamientos.

Ayer corrí y me caí de una forma tan brutal, que ya no quiero caer más. Sé dónde pisaba y me adelanté a pronosticar la muerte de mis enemigos. Sin embargo, olvidé recordar que cuando ellos perezcan, también lo haré yo. No porque estemos unidos o los extrañe, sino porque somos hijos de la misma miseria y nuestro cordón umbilical es la soga que nos amamanta.


2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

... tal vez lo q en realidad buscas siempre estuvo alli... en aquel mago de rojiza capa y penetrante mirada...

6:52 PM  
Blogger Saudade said...

si así fuera, el mago no lo sabría, porque siempre está en otros undos, así como yo, en eras diferentes, pensando sólo en cómo regresar al infinito azul.

7:38 PM  

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