Cuestión de fe
.::Quién diría que en estos momentos podría sentirme completamente miserable y a punto de explotar...No en el sentido estricto de la palabra, pero sí en cierta medida. No suelo escribir tan seguido ni tampoco explayarme para confesar ciertas cosas. Prefiero esconderme tras palabras a medias o ambivalentes, tal como mi ídolo más recóndito y eterno. Pero no basta, pues en días como estos, preferiría poder gritar aunque sea por la codiciosa malicia del internet, quién soy y cómo despierto cada mañana.
Ya casi serán dos meses desde mi última incursión en este blog. Sin embargo, mis predicciones de brujo o vidente han tomado cuerpo, al fin. Temo que lo que pienso se cumplo y por lo visto, cada vez es más cierto. He vuelto a caer y no sé si esta vez pueda levantarme. Recuerdo aún, cuando en broma, solía decirme en verano que para mi cumpleaños, recién volvería a nacer. Y el próximo mes ya está cerca...pero no hay mejoría.
Ahora vienen a mi mente cosas tan absurdas, que terminan llenando mi cerebro de temores escondidos. Jamás pensaba que yo podría sobrepasar la barrera de los 30. Siempre dije que moriría antes de los 28 y aunque aún faltan años para ello, creo que me adelanté a mi destino. Y me hallo frente al miedo que involucra la muerte, ese camino en picada que no conoce de frenos y salidas de emergencia. Sin darme cuenta, es probable que se hayan encendido mis últimos cartuchos.
Detesto hablar de estos asuntos, tan privados y a la vez, tan sedientos de personas, siquiera una, que pueda atender los terrores que ello implican. No es agradable acostarse cada noche, mirando la pared a oscuras y pensando si despertarás mañana, o pensando si uno llegará a su cumpleaños. Setiembre no está lejos y tampoco creo que desaparezca para esa fecha. No lo siento...pero sí logro percibir un cierto halo fúnebre que me espanta en silencio.
Este año impar, el 2005, que sumado da paradójicamente el número que tanto me atrae (7), es justo aquel que me marcará para el resto de la vida. Es ridículo imaginarse que estando en este mes, aún no pueda volver a ser una persona normal, con sus rutinas y deseos de siempre.
Trágico final para alguien que siempre se ha creído diferente, al igual que muchos; pero con un rasgo mayor de distinción. Un ser azul, tan etéreo y ambivalente como las letras de aquellas canciones y libros que duermen conmigo, teniendo como lecho, mi alma.
Pensar en las cosas que tendría pendientes, es más frustrante de lo que podría pensarse. Prefiero no compartir con nadie mi temor a morir en estas condiciones. Sé que alguien podría escucharme, pero tampoco quisiera amarrarlo a que se apiade o que escuche por obligación. Eso nunca.
Al final, son sólo personajes que pululan en la cabeza. Encuentran consuelo en mis sueños, donde los descabellados andares y diálogos son presa fácil para la interpretación más sublime. Algunos no los cuento, porque prefiero no saber qué me comunican. Y otros, porque sé descifrar el mensaje que guardan para mí. Pero soy consciente que mis metas quedarán inconclusas...será la frustración más grande que me lleve a la tumba y que renacerán en otro cuerpo, en el momento que me sea destinado emerger otra vez.
Después de todo, ahora sólo pienso en una idea, un poco remota, pero atractiva: celebrar este cumpleaños. La única pregunta es ¿cómo planear el último de tu existencia?
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