Sunday, August 07, 2005

Rastros de una mala semilla


.::Por primera vez estoy escribiendo en menos de 24 horas. Y la verdad es que no lo tenía pensando, de no ser por las extrañas situaciones del día. Han ocurrido cosas que simplemente lograron despertar algunas sombras dentro de mí. Recuerdos de niñez, poco gratos, comportamientos de adolescente y lo más triste, la vana realidad que en estos instantes me abraza como una madre sustituta.
Todos somos producto de la educación que hemos recibido desde pequeños. Eso es lo que creo y por lo mismo, hay hechos que no puedo dejar de condenar. Existe una rabia exagerada contra la humanidad y sobre aquellos que tuvieron algo que ver en nuestro nacimiento. Lo acepté desde el colegio y hoy, lo he vuelto a recordar. Y duele...tanto como las frases que canta quien ha consolado mi pena: Sara Maclahlan (hasta ahora no aprendo a cómo escribir tu apellido!!), a través del cd que me regalaron hace poco más de un año. Es gracioso cómo estos artistas pueden servirnos de ayuda cuando nos sentimos solos. Y es así como me tocó estar. No sólo por lo que tuve que rememorar, sino por todo lo que pude descubrir otra vez. Porque cuando uno trae a la memoria hechos del pasado, que jamás han conocido el perdón ni el olvido como herramienta de protección, llevan consigo la amarga y filuda espada con la que nos hirieron la primera vez.
Una mala semilla, así me considero en momentos como éste. Pero no me arrepiento del rencor que albergo, pues reconozco que de no ser por él, no podría seguir en pie. Vivo como puedo, acepto lo que me toca vivir y sufrir, pero tengo el consuelo de pensar que en algún rincón de este mundo, existe la justicia. Vendrá de la mano de una venganza divina, más allá de un burdo acto en el que me pudiera ensuciar alguna parte de mi cuerpo. Sé que llegará, pero ya no estoy tan seguro que sea en esta existencia.
Hoy, me he lamentado de mi suerte y de lo que me ha tocado como destino. Tal vez haya posibilidad de cambiarlo, pero como lo he dicho antes, ya no hay voluntad. Quizás no haya remedio para mí y sea condenado como el reo más vil. Me lo merezco por no tener compasión ni la más mínima intención de cambiar; y a la vez, es un orgullo profano que he cultivado desde la infancia. Juré entre lágrimas y un corazón desgarrado, que nunca nadie me haría sentir a menos ni me haría daño: preferiría adelantarme y cortar de raíz al infame que se atreviera a intentarlo. Y la fórmula pareció funcionar durante el colegio, incluso en los primeros años de universidad. Era un logro para mí.
Pero es ahora, hoy y no sé si mañana, que continuaré decepcionado de mí mismo. Parece que he sido quien me he apuñalado de muerte. Tengo a mis culpables y verdugos, pero por más que los odio en días como este, no soy capaz de eliminarlos...Me he vuelto débil y enfermo. Hasta cuándo tendré que cargar con este castigo...Quisiera recuperar las agallas de hace unos años, tomar la decisión final y sucumbir a las penas que me atan dentro de este purgatorio.
Muchos temen arder en el infierno y no creo poder saber lo que ello significa. Mas el que yo protagonizo en mi interior, es tan calcinante como la más viva brasa del sol que daña mi piel. Qué más propósito tengo ahora, sino el de lamentarme como todo un perdedor. A veces, dentro de mi cama, pregunto al vacío por qué no pude morir en aquel cuento de estrellas, hace tanto tiempo. Fue la única vez que me sentí tan cerca de perder peso y alejarme del dolor. Lamentablemente, seguí respirando, como lo hago justo ahora.

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