Sunday, April 02, 2006

Descansa en paz

.::Sin palabras... es así como me siento hoy, luego de regresar de un velorio. He visto cómo se desvanece una vida, joven y quizás con algún futuro prometedor por delante. O tal vez con alguna meta que quedó inconclusa...y ya no importa, ni jamás importó qué logró ser, qué méritos obtuvo, qué escaleras subió...porque su esencia ha muerto hoy y ya no me acompaña en medio de este voraz mundo.
A través del cristal, mis labios no pudieron tocarla. Sólo una leve expresión de tranquilidad ha permanecido perenne en esa piel muerta, golpeada y casi sin color lozano. Hoy, cuando no tenía más que hacer, cuando no pensaba en más que ir de paseo o tan sólo pulular entre la muchedumbre, como un ser desapercibido. Y mientras, ella yacía sobre el asfalto, cubierta de recuerdos y penas lejanas, que se acercaban a medida que las horas avanzaban. Es hoy, cuando por fin puedo reaccionar y ver que he perdido un amigo, mi compañera de adolescencia, la primera persona que me dio su amistad al mudarme a un nuevo vecindario. Es hoy cuando noto que ya no la veré de reojo, tomando el micro en la esquina, casi sin saludarnos, casi sin hablar. Hoy, que han pasado años desde que jugábamos con las bicicletas, los slams y tonterías de la edad, en clases de aeróbicos y los primeros amigos del club...Hoy que ya no te veo, amiga, hoy que me he despedido de ti con un beso que quizás no recuerdes, es hoy cuando tengo una pena inmensa que trato de ocultar y sólo defogo a solas. Hoy, que quiero gritar que te extrañaré sin sonar falsa ni presa del momento, hoy que creo que la vida es una mierda porque te mata de un sólo tirón despiadada y porque se supone que nos toca dar el precio justo por los actos. Sí, es hoy, cuando lloro por esta partida absurda, como la de muchos otros jóvenes que como nosotros, ven en las playas del Sur un oasis infame, que sólo se alimenta de la propia sangre de cada visitante.
Y es hoy, cuando me cambiaba para ir a tu velorio, que tuve entre mis manos nuevamente, el globo que me regalaste en mi primer cumpleaños en este vecindario. Ya gastadas y sin color, aún pude descrifrar tus palabras. Y sí, aún hoy, varios años después, te respondo que sí, yo también te consideré una amiga muy especial. Descansa en paz, E. y renace pronto de ese oasis que dibujaste para mí en aquel regalo, como la fortaleza metálica y soleada, que defendía tu nombre.

Wednesday, March 08, 2006

Hermanos del mal

.::El tiempo es corto, siempre corto cuando uno no tiene nada que hacer o quizás, cuando ya ha hecho demasiado. Recibo los rayos solares con la misma intensidad de veranos pasados, pero con menor deseo de disfrutarlos, pues conozco el daño involuntario que registrarán en cada parcela de mi cuerpo. Y así, con cada uno de los seres que deciden tirarse al asfalto y ser víctimas de un bronceado perfecto. Ilusos que quieren morir al estilo de los pollos a la brasa...y qué me importa.

Hoy, tengo el entusiasmo entre las piernas y un deseo tan desquiciante por no levantarme de la cama durante días. Hace poco fui testigo de una gran decepción que no tuvo mayores protagonistas. Sólo personas, las tristes marionetas de siempre, que a pesar de todo, me desconciertan con sus actitudes y es más, me hacen cuestionar el porqué rayos saben las artimañas de hacer pedazos una alegría fugaz o al menos, una ténue irradiación de sosiego. Mantego firme la creencia que todos son falsos, incluso yo. Pero la diferencia radica en que los demás tratan de ser quienes jamás podrán alcanzar y mi pobre espíritu, debe castigarse, ocultándose bajo el anonimato de las emociones, sin mostrarlas o descartarlas. Como cualquiera que busque sobrevivir en medio de tanta lacra.

Las ideas no fluyen con facilidad esta vez. Presa de un cansancio extremo, aunque aún hay luz y se percibe una fotofobia innata en las pupilas, los dedos hacen gala de ser miopes, inválidos o retrasados. Demoran sus palpitaciones, sus tintineos y el andar de caballeros sin sombrero de copa, en busca del tesoro escondido que un astuto bribón ha guardado tras sus espaldas. Como ellos, siento que pierdo la energía de ir hacia adelante, de continuar con el motor que solía llevarme a cuestas, sin importar la inclinación de la pendiente que se me colocara al frente. Y sólo puedo deducir que he caído de nuevo, entre sus juegos y sus errores, en mis propios calabozos de sangre y lágrimas pausadas, sin fin ni retorno.

Hoy me condeno a seguir así, alejado de todo lo que me rodea, a pesar que pueda palparlo a mi antojo. No quiero hacerlo, lo evito y ahora, decido ahuyentarlo de mi lado. Hace tanto tiempo que no llovía en estos parajes de llanura y suaves dunas, tanto que no lo recuerdo. Y esta vez, las gotas no fueron perennes, más bien extrañas y diminutas, como pequeños remolinos de sinsabor, extraídos de la cabeza más vil e insana con la que me haya topado.

No podrán notar la diferencia del cambio. Nunca lo hacen y ya me he acostumbrado. Pero por dentro, los pedazos que unen mi piel, son los mismos que la cortan sin piedad cuando recuerdo los pasos que he dado. Confirmo por qué no me gusta sonreír, por qué detesto a las personas, por qué no quiero tener amigos, por qué quisiera compañía, pero a la vez, entiendo que nunca será posible. Ahora sigo descubriendo que la eternidad no es la cura a este dolor ni a ninguna pena, sino la condena perpetua a seguir lamentándose por las desventuras de nuestro destino. Lo aceptamos o no, qué más da, igual nos busca y nos encuentra, entre los rasguños profundos de nuestra corrida por los arbustos de los pensamientos.

Ayer corrí y me caí de una forma tan brutal, que ya no quiero caer más. Sé dónde pisaba y me adelanté a pronosticar la muerte de mis enemigos. Sin embargo, olvidé recordar que cuando ellos perezcan, también lo haré yo. No porque estemos unidos o los extrañe, sino porque somos hijos de la misma miseria y nuestro cordón umbilical es la soga que nos amamanta.


Sunday, January 29, 2006

El camino que nos queda

.::Ha pasado un año o más... hace más de 365 días que mi vida dio un giro tremendo y aún palpo los estragos. Continúo bajo el aura maligna de sonoros arrullos, entre los incipientes lamentos de trémulos deseos que nunca ven el sol; contra el tan ansiado regalo que jamás llega a mis manos: la libertad.
Estuve enfermo, decidí cambiar de vida, mudar de piel como las serpientes y sin embargo, no puedo decir que he vencido. No como quisiera, pues en medio de todo, me atrevo a levantar la voz y gritarles a todos los que aún respiran, que no me han vencido. Porque sigo acá, sufriendo y llorando por cosas tan simples y a veces, ridículas, pero al fin y al cabo mías, tan mías como el nombre de la persona que nunca conocerá lo que alguna vez despertó en mi mente.
Ha pasado un año ya desde que inicié este blog, un poco esporádico y quizás poco novedoso. Pero no importa, pues no lo creé para deleitar el vicio de los curiosos, ni engrandecer historias de personajes ficticios. Es solamente una realidad, que habita paralela a una existencia, que es la que me tocó vivir. No me urge tenerlos al tanto de nada, porque sólo mi propio yo conoce cuándo y por qué debo escribir algo. Hay claves, ambiguedades y vuelos como podrían hallar en libros de poco volumen y calidad. No obstante, es la guarida que pude construir en medio de la nada. Y me gusta.
Al recordar las líneas que he escrito, leerlas y poder reírme un poco, o quizás volver a sentir el fuego que me consumía cuando las hacía emerger, sé que me he convertido en un mago más de este plano. No tengo varitas ni hechizos que te den la fórmula perfecta para salvar al mundo. Tampoco soy un ejemplo ni una persona feliz. Pero lo intento, a mi manera claro...
Aún falta camino por recorrer, quedan más historias que contar y quedan las ganas de exponer ante mi único reflejo, las miserias de las que soy parte de vez en cuando. Pues la riqueza de ser quien soy, de que cada uno sea como es, es que jamás tendremos un doble. Físicamente tal vez, mas nunca con la esencia que nos da la vida.
Y ahora, que inauguro este nuevo año, reflexiono acerca de mis aciertos. También de mis errores y de lo lejos que queda el horizonte al que deseo tocar antes de morir. Sigo creyendo que pereceré pronto y me da miedo, no lo niego. Pero he asumido con valor que si llega, debo estar preparado. Por lo mismo, quiero dejar todo ordenado, empezando por mis ideas. No será un orden tradicional, sino el que yo sienta como debe ser.
Dudo en que alguna vez confiese aquello que me corroe por dentro, que pueda ser menos egoísta y acceda al corazón de los que me interesan. Y quizás sea esa la condena que elija, pero no todo podemos obtenerlo; y me resigno a ello. Lleno mis espacios con absurdas actitudes o sonrisas reales, pero tan vacías o ansiosas de ser colmadas por una dicha mayor. Cuándo llegará el día en que pueda deshacerme del antifaz de la indiferencia, de ser como quisiera haber sido siempre, de revelar el fuego que me vio nacer y que hoy me pide volver.
Trato de dar consejos y de contribuir a que otros no cometan los mismos errores, pero no puedo. Porque cuando escucho sus dilemas, me veo reflejado en ellos y sufro. Quiero llorar o lamento la suerte tan vaga que tuve cuando protagonicé aquello. Puedo darme cuenta que aún hay camino por recorrer, sí, que mis virtudes no logran opacar mis desaciertos y que en medio de todo, las personas son egoístas a su manera. Engañan por sobrevivir y temo que pueda convertirme en una de ellas. Es posible que ya lo sea, porque sé cuando alguien me mira y no le respondo, sé cuando alguien quiere decirme algo y no le contesto...sólo volteo el rostro y sigo adelante, pues temo caer de nuevo y que me pisen y que con ese amargo paso, me devuelvan a los calabozos de los que sueño salir en las noches, cuando sueño que vuelo, como el ser sin alas que todos llevamos dentro, pero que perece por nuestra decisión de ser ciegos, por toda la eternidad.
Hoy, a más de un año de haber empezado y vivido tantas cosas, hoy, aún sé que queda camino por recorrer...pero esta vez, quisiera tener compañía.

Monday, December 05, 2005

El Hartazgo de seguir aquí...¿y?

.::A punto de reventar, de retroceder, de saltar al vacío o de simplemente, poner la mente en blanco y dejar que pasen sobre mí, los vuelos feroces de cabelleras desordenadas, de voces sutiles y de aquellas piernas desconocidas, que pisan una y otra vez mis pies en las avenidas que existen entre los asientos de cada transporte o combi.
Quién no llega al punto de saborear la típica frase del "ya basta!!"...Creo que me tocó hacerlo hoy y por poco dejo caer mi alma en los laberintos de la subconciencia impetuosa. Qué deleite más grande y profano es el poder parlotear tras la mente, frente a cada persona, sin que siquiera sepan las palabras que les lanzas, al son de puñales certeros y afilados, que emulan la danza funesta de cada carnicero, al alba.
He degollado miles de rostros y cuellos, me he bañado con su sangre y he renacido sin remordimientos. Trato incluso de borrar con aquellos coágulos, las memorias inocentes y fútiles que pude crear sin razón alguna, pues sé que nada valen para los protagonistas de ciertas historias. Quedarán en el olvido de los demás, no de mis labios, no de mis dedos, no de las pupilas encerradas entre caramelos y almendras casi podridas de tanto pensar, de tanto mirar...y no poder tocar.
Sí, estoy harto de seguir bajo la misma lupa. Camino tras una sola línea y me consumo en cada paso que doy. Intento llorar pero no lo logro, porque son fugaces destellos de paranoia las que me calman y permiten que vuelva en terreno árido los límites de el corazón que habita en mi pecho. Sigue durmiendo errante, entre velos de hielo y escarchas de tristeza, pues aquí espera la centelleante dama de la venganza. Lista para amordazar al cautivo espíritu que clama piedad cada noche, entre las sábanas de su féretreo.
La espera continúa.

Saturday, October 15, 2005

Insólita Paciencia, sólo eso...

.::Bajo las letras de una canción, lejana y que ocupa recién algunos recuerdos agradables, más que en la época donde fuera creada y en la que no me percataba de su lenguaje viceral y traidor, a través del stéreo de mi hermano mayor. Hoy la escucho de vez en cuando, pero por otras razones...menos sinceras y quizás, tan mías como el nombre que jamás le pronuncié a mis amigas en la época del glorioso colegio. Esas épocas, esos anónimos, esas preocupaciones tan banales que lastimaban como las caricias de una muñeca de trapo. Son cosas que ya no poseo.
Desearía muchas ahora mismo, pero sé que nada se nos da gratis ni mucho menos, tal como creeríamos que debe ser. Existen ideales y situaciones que siempre deberían seguir patrones...Eso es lo que tantos seres comunes y corrientes creeemos más de una vez. Sin embargo, debemos entender que no se puede.
Y lo comprendo bien, porque jamás obtengo lo que quisiera. Nunca pude jugar con carros a control remoto por más que los quería, tampoco con mis propios patines roller de una sola línea (que aún deseo), presumir en primaria con mi lochera llena de golosinas o tener amigos antes de entrar a la universidad (bueno hubo algunos)...Creo que en algunos instantes podemos llegar a ser perdedores innatos y este es mi momento de gloria.
Sentado frente a mi propio reflejo, en espera del milagro que sé que no sucederá, quisera ser superman y volar para retroceder el tiempo unas horas, unos días, unos meses quizás. Tengo varias alternativas; algunas más recurrentes que otras, pero termino hueveando en el msn, en el hi5 o en otras vainas que no me llenan. No como el olor que jamás me hastía. La hierba del jardín recién podada, incluso el barro que despegan del suelo los chimpunes y algún hilo de sudor bajo las patillas, es el suplemento vitamínico que no evito tomar.
Sí, sentado espero. Aguardo a que por fin pueda levantarme sin retroceder, sin temerle a pisar de frente y seguro, como solía ser. Que pueda decir las verdades de frente y que alguna vez, acepte las invitaciones de mi alter ego, que impaciente se come las uñas bajo mi ventana, vigilante y sombrío, entre problemas y metidas de pata, decidido a aceptar cuando yo le dé el sí definitivo que nunca me pregunta, pero que quiero responderle hace tiempo.
No hay más que pueda decir. Le temo y me temo a mí mismo, pues las actitutdes son vagas y a la vez, irrumpen fácilmente en esas miradas profundas, como el mar que adoro y como la miel que me hastía. No obstante, igual voy a ellos, pues después de todo soy un suicida, como la mayoría. La diferencia es que no tengo problema en revelarlo.

Monday, August 22, 2005

Pujante agonía

Es el dolor de las recientes heridas en mis manos, el que aún despierta mis sentidos en estos instantes. Ardor, sangre coagulada y un poco de todo...Es así de fácil, así de sencillo. Es tan sólo la triste vida que me ha tocado experimentar.
Cada vez que traigo a mi memoria los insípidos recuerdos de familia, no dudo en recogerlos con el escobillón que usa la empleada para darle muerte a las arañas. Así de rastreros, de ponzoñosos y de letales son aquéllos. Sí, tal vez siguen existiendo los buenos padres y la familia perfecta, quizás la dulzona serie de los memorables Ingalls, que repiten una y otra vez en el canal 5, se basó en un grupo humano real. Pero, ¿cuál? Porque hasta ahora me pregunto, si la naturaleza es tan sabia en todos sus aspectos, por qué no nos hizo caníbales, para que los padres pudieran comernos al vernos fracasados y tan inútiles como la peor escoria que jamás haya existido...
Reflexiono sobre sus propios lamentos y las célebres citas que continúan retumbando en mis oídos, cansados de tanto sangrar y a la vez, muertos en vida porque no creen todo lo que escuchan de esas voraces quijadas. Ni el dolor que provocan el frío de las hojas de afeitar sobre la joven piel, es tan desgarrante como esos ojos, redondos y viejos, que te señalan con el dedo acusador, como si fueras parte de una propiedad que no les corresponde.
Antes creía que si moría, por lo menos estaría salvando a los que me rodean, de una casi segura histeria colectiva por el simple hecho de convivir conmigo. Sin embargo, ahora me doy cuenta que el ser un suicida, sólo sería mi propia salvación, pues a nadie más le importo.

Monday, August 15, 2005

La dulzura del espejismo

.::Cómo son los cambios y las posibilidades de poder observar atentamente ambos lados de la moneda como si uno fuera un dios. Eso hace pensar que la dualidad continúa respirando en nuestro aire, alrededor de los sueños que jamás logramos despertar del mundo astral en donde podemos sentirnos seguros o quizás, un poco libres de nosotros mismos.
Este fin de semana que se va, ha sido un digno escenario de la catarsis que he necesitado protagonizar. Atado a un sufrimiento que no he buscado, pero que asumo como propio, sentí el amargo sabor de aquella pérdida que recién palpo con mis manos. Ha sido un choque muy duro, que trato aún de sobrellevar...si él pudiera escucharme y saber que no lo abandono, que me obligan a hacerlo...He tenido que someterme a los caprichos de Gabo, quien no soporta que lo descuide. Desde ahora es mi guardián, entre las sombras me observa y dicta cuidadosamente mis andares.
No me atrevo a mencionar a mi eterno anhelo, el mito que perdura en la memoria y a la vez, despedaza mis cenizas, con la fuerza de un vendaval. Porque sigo siendo un muerto en vida, hasta que la paz se apiade de mí y permita conciliar el amor que le tengo a él y los temibles acechos de quienes me persiguen.
Pude encontrar consuelo en el extraño mundo de Gravity, rodeado de etéreas nínfulas y escarchas de rizos más ondulantes que las olas salvajes de Hawaii. Sin embargo, sabía que al cerrar los ojos, nuevamente caería de pie, sobre los escombros de mi realidad. Es el peso que me ha tocado cargar y aunque no pueda ser traducido con palabras, me consuela entender que sólo mis sentimientos son la clave para desahogar cada condena.
Y así lo hice...Cerré ambos, evadí el usual camino de pesadillas y terribles presentimientos, para alojarme en un día de campo tan sublime, como pocos que recuerde. Bajo el sol que iluminaba un verdor digno de cualquier campo mágico, me resignaba a cubrir mis envolturas. Podía presenciar el barullo y desorden de quienes sólo viven el momento, olía lo que los motivaba a continuar en ese estado tan simple y a la vez, profundo como los abismos marinos...Era la alegría de sentirse vivos, siendo ellos, sin ningún prejuicio. Fue una mirada inusual, lo admito. Sin embargo, me hizo despegar por breves horas, del mundanal apego a mis tenebrosos recuerdos y vengativas odiseas que he de cumplir como el viejo Hares.
Un abrazo del mismo fuego, risas inconclusas de quienes han observado cómo ha madurado mi infancia y ese cielo, lejano y tan mío cuando sobrevuelo en sus terrenos...Pequeños instantes que me hicieron vivir en un día, más sosiego y tranquilidad que todos los meses en los que he tenido que aprender a mirar a través de la ventana de mi habitación. Es algo raro y quisiera que se repita. Sólo hay una duda que me queda: ¿en qué momento he de abrir los ojos de nuevo?, o ¿es que jamás lo he hecho?...